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Trío de Cuerdas Illimani

La Paz, Bolivia

23 jul 2023

Trío de 2 violinistas y 1 guitarrista; Fernanda, Ariel y Cristina, respectivamente, del Conservatorio Plurinacional de Música (Bolivia)

El grupo de artistas que sucedió en el programa, dejó una marca indeleble como los precursores internacionales del Festival Musical Internacional Bioceánico. Fue un honor recibir al apreciado Trío de Cuerdas Illimani, proveniente del afamado Conservatorio Plurinacional de Música en Bolivia. Este selecto conjunto, compuesto por los virtuosos violinistas Fernanda Duran y Ariel Marquez, acompañados por la talentosa guitarrista Cristina Quevedo y bajo la tutela del ilustre Director Académico del Conservatorio, Juan Carlos Hiza Martínez, fue acogido con entusiasmo y un cálido espíritu en el oasis de Calama.


El primer día de su llegada, el 24 de julio, el trío fue recibido con entusiasmo en el aeropuerto por el equipo del festival, siendo escoltados luego a su alojamiento. Esa noche compartieron una cena de bienvenida que estuvo acompañada de relatos apasionantes sobre su viaje desde La Paz, Bolivia, hasta el suelo Calameño en Chile.


A la siguiente jornada, el 25 de julio, los miembros del trío concedieron un espacio para recobrar energías tras su extenuante travesía, inmediatamente sumergiéndose después en sesiones de ensayo destinadas a preparar el exquisito repertorio que cautivaría a la audiencia. Posterior al almuerzo, ofrecieron su primer concierto educativo en la Sala de Artes CAOD (Ojo del Desierto), interactuando con los estudiantes de la agrupación Calambanda y los integrantes de la Orquesta Juvenil e Infantil del Altiplano. En esta ocasión, compartieron con pasión los detalles que envuelven el repertorio boliviano, su dedicación a la música y el contexto histórico que enmarca las piezas a ser interpretadas. Al culminar este concierto, se reunieron con el equipo ejecutivo del festival para una cena que precedió su merecido descanso en el hotel.


Al siguiente día, el 26 de julio, el trío presentó un concierto comunitario en la majestuosa iglesia de San Pedro de Atacama, donde cautivaron tanto a la comunidad local como a los turistas, ofreciendo un repertorio conmovedor que tejía la música clásica con las raíces tradicionales de Bolivia. Luego, se permitieron explorar el pueblo, deleitándose con un almuerzo, degustando helados y explorando la plaza. Posteriormente, se aventuraron en un paseo por el Valle de la Luna, capturando imágenes que inmortalizarían el momento. Con el día llegando a su fin, retornaron a Calama para la cena y recuperar energías.


El 27 de julio, después de un almuerzo que recargó fuerzas, llevaron su música al escenario del Auditorio Inacap, presentando un concierto de salón memorable. Interpretaron piezas como la apacible "Serenade, Oeuvre 69" de L. De Call, el segundo movimiento del Invierno de Antonio Vivaldi que resonó con sus matices melódicos, la emotiva "Sicilienne, op 78" de Gabriel Fauré y la animada "Obertura de la ópera El Barbero de Sevilla" de G. Rossini, entre otras obras que celebraban la riqueza de la tradición musical boliviana, como "Tango Illimani," "Collita," y "Cholita Paceña." Durante este concierto, un toque de camaradería cultural tomó forma cuando invitaron al violinista local Miguel Ángel Tabilo a unirse a una de las piezas, tejendo así un puente entre mundos musicales y estrechando lazos. Al cierre, compartieron una cena y se retiraron para el merecido reposo.


El último acto musical tuvo lugar el 28 de julio, dedicado a los trabajadores de la municipalidad de Calama. Una vez más, contaron con la participación de Miguel Ángel Tabilo en una pieza tradicional boliviana. Al concluir este concierto, tanto el equipo del festival como el elenco y el invitado fueron honrados con la entrega simbólica de una bandera de Calama, un emblema del profundo valor cultural y el intercambio enriquecedor que la música había tejido entre Chile y Bolivia. El resto del día fue destinado a explorar la ciudad mientras almorzaban y se sumergían en su entorno.


En las jornadas siguientes, el equipo del festival guió al elenco a Tocopilla, donde se sumergieron en la esencia de la ciudad, la playa y los sabores culinarios. De regreso a Calama, una cena de despedida se convirtió en un emotivo encuentro, donde cada miembro del elenco expresó su gratitud por la vivencia. Regalos especiales sellaron su paso por Chile.


Al día siguiente, antes de emprender su retorno a La Paz, Bolivia, el trío tomó un último paseo por Calama y compartió un almuerzo matinal, marcando el cierre de su inolvidable participación en el Festival Musical Internacional Bioceánico. Con esta despedida, su música y su presencia continuaron resonando como un testimonio de la profunda unión cultural que la melodía es capaz de entrelazar mediante naciones.

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